viernes, 2 de abril de 2010

Vivir, vida


Las puertas del cielo se cerraron nuevamente y aun no logro entrar para la redención de mis ideas. Alocadamente sucumbo en el intento de ir y venir, pausada y abruptamente, con claridad y con locura.

La necesidad de sentirme vivo ha hecho que mis días sean cada vez mas intensos, pasionales, llenos de un millón de sabores y olores que hasta hoy nunca reconocí que existieran.

A veces, cuando el agua de lluvia se desliza por el parque y vuelve hacia la tierra en su cause natural, me pregunto si no es exactamente lo mismo que hacemos todos los días los seres humanos con nuestra vida. Nos deslizamos caprichosa y suavemente entre los guijarros de vida que interrumpen nuestro tránsito, y los mojamos de nuestra esencia, marcándolos para siempre con nuestra vida, sin prestarles atención. Seguimos en nuestro camino y nos importa muy poco qué o quien se ha cruzado en nuestro deslizamiento hacia el cause natural.
Al mismo tiempo, mientras vamos moviéndonos a través de la superficie de la tierra, vamos dejando en nuestro paso parte de nosotros que nos hacía mas intensos, mas fuertes, mas directos, y ya nuestro tránsito disminuye velocidad y perdemos fuerza en el camino sin darnos cuenta.
Nos sentimos agotados, desalentados, cada momento es mas y mas pesado en nuestro andar, hasta que la última gota de nuestra vida se consume, y al mirar atrás te das cuenta que solo has dejado en tu paso un sendero de humedad que pronto se secará y ya no habrá rastro de ti...como decía Machado, " se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar"....
sin embargo, siempre puede empezar a llover nuevamente.....

No hay comentarios: